El 11-S en la historia de la primera década del siglo XXI

Fuente: Público


Se cumple ahora el décimo aniversario de los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York y al Pentágono. Por ello, los medios de comunicación están prestando un gran interés a este acontecimiento. En estos informes y documentales hay una fuerte tendencia a presentar este hecho como uno de esos momentos históricos que cambiaron el devenir de las sociedades.
Ya han pasado diez años de los citados acontecimientos y, ahora, podemos analizar su repercusión con más calma y establecer su verdadero significado histórico. Se trata, por lo que percibimos, de un hecho sobrevalorado; ello suele ocurrir cuando lo acontecido se convierte en símbolo. Y así es para Estados Unidos, pues aquello cambió su modo de ver el mundo y disminuyó su sensación de seguridad. Se trató también de un atentado con gran valor mediático, ya que fue transmitido prácticamente en directo por las televisiones, lo que contribuyó a magnificarlo. Pero para el resto de las sociedades, su valor y trascendencia histórica fue diferente.
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 demostraron la vulnerabilidad de los Estados Unidos. Inauguraron una serie de ataques a otros centros occidentales -Madrid, Londres- que acrecentaron la sensación de inseguridad y de que sus autores -el terrorismo islamista centrado en torno a al-Qaeda- podían representar una seria amenaza para occidente. Incluso se llegó a hablar de enfrentamiento entre el mundo occidental y el mundo islámico. Esta percepción tuvo dos consecuencias inmediatas:
  • A nivel interno la mayoría de gobiernos aplicaron medidas legales de restricción de derechos y se acrecentaron los mecanismos policiales de vigilancia y control, todo ello con la finalidad de evitar otros posibles atentados.
  • A nivel de relaciones internaciones destacó la reacción de los Estados Unidos. Inmediatamente se embarcó en una guerra contra el régimen talibán que gobernaba Afganistán y que protegía a los miembros de al-Qaeda; los talibanes fueron desalojados del poder (2001) pero el conflicto aún perdura. La clara intencionalidad punitiva de este conflicto, apoyada por la comunidad internacional,  se diluyó con el desencadenamiento de la guerra contra Irak (2003): un conflicto más difuso que no pudo ser justificado con el argumento de la lucha contra el terrorismo y que ya no tuvo el beneplácito de la ONU ni de gran parte de la comunidad internacional. En parte, este segundo conflicto deslegitimó al primero pues permitió creer que, en realidad, la intención última de los Estados Unidos no era castigar a los responsables de los atentados sino establecer una estrategia de dominio sobre el Oriente Próximo.
La combinación de ambas políticas ha permitido aminorar las amenaza del terrorismo islamista en occidente, aunque sigue vivo en zonas como Pakistán o el Magreb. En cualquier caso hoy parece evidente que el terrorismo internacional (léase al-Qaeda) no ha sido capaz de colapsar el mundo occidental o de poner en peligro los fundamentos políticos y económicos del mismo. La espectacularidad de sus acciones pudo servir para acrecentar su prestigio entre ciertas capas sociales de las sociedades islámicas o para atemorizar temporalmente a las poblaciones de occidente, pero jamás llegó a representar una amenaza seria para el orden establecido.
Así pues, nos encontramos con un acontecimiento muy importante para explicar las relaciones internacionales durante la primera década del siglo XXI, especialmente porque contribuye a explicar las acciones de los Estados Unidos como potencia hegemónica. Pero fuera de este ámbito su trascendencia disminuye.
Si tuviéramos  que elegir algunos acontecimientos ocurridos en esta primera década y cuya repercusión   puede ser más relevante para el devenir histórico global podríamos citar los siguientes:
  • La revolución de las tecnologías de la información y de la comunicación, especialmente la difusión de las redes sociales.
  • La crisis económica que comenzó en 2008.
  • Las revoluciones árabes que derrocaron a algunos regímenes dictatoriales en el norte de África.
  • El ascenso de nuevas potencias como China e India.

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