El acaparamiento de tierras a nivel mundial

La compra de tierras cultivables es un fenómeno que ha ido creciendo en los últimos años, afectando ya a más de 80 millones de hectáreas en el planeta. Los principales promotores son grupos empresariales occidentales, árabes o asiáticos y también algunos Estados que pretenden asegurarse la producción de alimentos o de biocombustibles; estas compras suelen significar igualmente un proceso de privatización de este recurso. El proceso es particularmente intenso en África (Fig.1), donde la mayor parte de la tierra está sin escriturar y muchos gobiernos favorecen la venta de tierras, pero también es importante en América Latina, Asia e incluso en algunos países del este de Europa como Rumanía, Rusia o Ucrania.

Fig. 1. Adquisiciones de tierras a gran escala en 2013. Fuente: http://www.landmatrix.org 



El fenómeno se inició como consecuencia de la crisis alimentaria que estalló en 2007-2008, coyuntura en la que los precios de productos como el arroz, el maíz o el trigo se elevaron considerablemente (Fig.2).

Fig.1. Evolución del precio de los alimentos (FAO). Fuente Wikipedia.

Los precios de los productos agrarios no aumentaron por una caída de las producciones sino porque las bajas rentabilidades de las inversiones en las bolsas, a partir de los inicios de la crisis económica de 2007,  impulsaron a los fondos de inversión a buscar valores más “seguros”, como los productos alimentarios y las tierras cultivables. Se trata, por tanto, de un fenómeno que es resultado de un doble proceso: la mundialización o globalización y la crisis iniciada en 2007. Este alza de los precios agrícolas fomentó el deseo de adquirir tierras cultivables.
Es fácil recurrir a la dicotomía entre acaparadores malos y campesinos expropiados buenos, ya que, aunque la afirmación tiene una buena dosis de verdad, el fenómeno es más complejo: un aumento de la población mundial  que se enfrenta a unos recursos limitados, la  pervivencia de agriculturas de subsistencia o con muy bajas rentabilidades que son susceptibles de cambiar, etc. No estamos, por tanto, ante una nueva versión del neocolonialismo económico, al menos de forma exclusiva, sino ante un fenómeno en el que influyen más factores. 
Los procesos de compra suelen ocurrir de la siguiente manera: las empresas firman acuerdos con los respectivos gobiernos, casi siempre a espaldas de las comunidades campesinas que allí viven y trabajan. Al poco tiempo van apareciendo los abusos: promesas de mejoras incumplidas, acaparamiento de más tierras de las previstas, destrucción de los cultivos tradicionales, introducción sin control de pesticidas, etc.
Este fenómeno es favorable para las empresas o gobiernos que invierten en estas tierras ya que además de obtener buenas rentabilidades  afianzan su acceso a recursos estratégicos y a su seguridad alimentaria. Pero, poco a poco, la venta masiva de tierras ha ido encontrando más resistencias: comunidades campesinas, algunos Estados -como Argentina o Brasil-, la FAO, algunas ONG, etc. 
Hemos afirmado antes que estamos ante un fenómeno global, pero ¿cómo se distribuye este hecho? ¿Cuáles son los países donde se han vendido más tierras cultivables? 

País vendedorPorcentaje vendido de sus tierras cultivables
Brasil 11 %
Sudán 10 %
Madagascar  8 %
Filipinas  8 %
Etiopía  8 %
Mozambique  7 %
Indonesia  6 % 

Y ¿cuáles son los principales países compradores?

País compradorPorcentaje del total de las compras mundiales
Estados Unidos 12 %
China 12 %
Emiratos Árabes Unidos (UAE) 12 %
India  8 %
Egipto  6 %
Gran Bretaña  6 %
Corea del Sur  5 %
Sudáfrica  4 %
Arabia Saudí  4 %
Singapur  4 % 

Bibliografía y fuentes:

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