Yemen, la guerra silenciada

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Fuente: www.dw.com
La entrada se ha publicado anteriormente en mi nuevo blog De Historiahttps://sobrehistoria.es/  
Mientras que los desastres que padece Alepo inundan los medios de comunicación –con una evidente intención propagandística contra el gobierno sirio de Al-Assad y sus aliados ruso e iraní– otros conflictos, no menos crueles, parecen olvidados o inexistentes. Una de esas guerras es la que tiene lugar en Yemen.

Antecedentes del conflicto actual.

El actual Estado de Yemen surgió en 1990 tras la unificación de la República Árabe de Yemen (Yemen del Norte), inclinada a Occidente, y la República Popular Democrática de Yemen (Yemen del Sur), de orientación comunista. La convivencia entre ambos territorios no había sido fácil, estando surcada por sucesivas guerras –1972, 1979 y, ya unidos, en 1994–.
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Además la unificación coincidió con una dura crisis económica provocada por el cese repentino de las ayudas externas (de la URSS, de Irak y de los países del Golfo) y la pérdida de las remesas de los inmigrantes al ser estos expulsados de Arabia Saudí y de otros países del Golfo como represalia por el apoyo yemení a Irak tras la invasión de Kuwait. A estos problemas hay que sumar los siempre latentes deseos de secesión de los habitantes del sur. Por todo ello el país siembre ha vivido en un estado de latente inestabilidad.
En 2011 volvieron a surgir protestas y revueltas callejeras –en el marco de las denominadas “primaveras árabes”– dirigidas contra el gobierno de Abdulá Saleh, que ejercía un poder dictatorial desde 1990. El enfrentamiento se solucionó mediante un acuerdo que implicaba diversas reformas: gobierno de Reconciliación, celebración de elecciones presidenciales, modificación de la Constitución, etc.; estas reformas se marcaron el año 2014 como límite. En enero de 2012 Saleh abandonó el país siendo nombrado Al-Hadi como nuevo presidente.
A estos dos bandos hay que añadir la actuación de la organización Al-Qaeda (AQPA), con importante presencia en el sur del país, y más recientemente del Daesh.
La interrelación entre conflictos políticos e identidades religiosas también contribuye a dificultar cualquier entendimiento. Los huzíes son de obediencia chií (zaidíes) mientras que la mayor parte de la población es suní. La influencia de Arabia Saudí ha acrecentado la expansión del salafismo (suní), no bien vista por las tribus huzíes.

Desarrollo de la guerra civil.

La actual guerra civil surgió en 2014, cuando las presiones del Banco Mundial obligaron a eliminar los subsidios al combustible, vital para la agricultura y el transporte, principales actividades económicas. Las protestas populares se extendieron por todo  el territorio, al tiempo que los huzíes tomaron el control de Saná, la capital del país, sin apenas oposición.
El enfrentamiento se frenó mediante un acuerdo que permitió a Al-Hadi seguir en el poder pero otorgó a los huzíes el control de facto de diversas esferas del Estado. Las disensiones entre el gobierno y los huzíes hicieron que Al-Hadi dimitiera a principios de 2015, huyendo después a Adén, su ciudad natal, desde donde se negó a reconocer al gobierno revolucionario que habían creado los huzíes. Desde entonces Yemen posee dos gobiernos enfrentados: el de los huzíes en Saná y el de Al Hadi en Adén.
Se inició así otra guerra civil que volvió a enfrentar a los huzíes ahora aliados con las fuerzas leales al ex-presidente Ali Abdullah Saleh –que tienen sus principales feudos en el norte– contra las fuerzas leales al presidente Al-Hadi. Los huzíes avanzaron desde Saná hacia Adén provocando la huida de Al-Hadi al extranjero y su demanda de ayuda a otros países árabes.
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En respuesta a esa demanda se produjo una intervención militar internacional a favor del gobierno de Al-Hadi. Esta campaña militar fue promovida por Arabia Saudita y seguida por varios países: Marruecos, Egipto, Kuwait, Jordania, Qatar, Sudán, Emiratos Árabes Unidos, etc. Ha tenido además el apoyo logístico y político de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la Liga Árabe. También es evidente la participación de numerosos mercenarios de diversos países.
La acción de Arabia Saudí iba destinada a frenar el avance de los huzíes mediante intensos bombardeos aéreos y un bloqueo naval pero, más que logros militares aparentes, ha provocado un aumento de las penurias y del hambre en la población civil. Por su parte el gobierno revolucionario de los huzíes ha sido respaldado principalmente por Irán.
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Fuente: Al Arabiya

Conclusiones.

Los problemas humanitarios, como en cualquier guerra, desvelan la crueldad del conflicto. Mientras la atención internacional está puesta en Alepo, las matanzas que suceden en Yemen tienen pocas repercusiones, probablemente porque los que las cometen son aliados de los países occidentales.
Según cálculos aproximados unos 12.000 yemeníes han muerto por la guerra, muchos de ellos civiles víctimas de los bombardeos aéreos, mientras que más de tres millones de personas se han convertido en refugiados al tener que abandonar sus hogares.
Las causas de la guerra son eminentemente internas, sobre todo en un principio: el largo historial de conflictos entre las regiones del norte y del sur del país, el profundo tribalismo que aún subsiste, los rencores entre los líderes de las principales facciones, las divisiones religiosas, etc.
Pero también es cierto que la prolongación del conflicto se debe a que Yemen se ha convertido en otro peón interpuesto entre las rivalidades regionales de Arabia Saudita por un lado e Irán por otro. Y detrás de ellos están las grandes potencias: Estados Unidos apoyando a Arabia Saudí –aunque cada vez más crítico con ella por sus desmanes y sus pocos esfuerzos por solucionar políticamente el conflicto– y Rusia respaldando políticamente a Irán.
Por todas estas causas podemos calificar a Yemen como Estado fallido, al menos actualmente. No existe un gobierno que controle el territorio nacional y el país se halla dividido en multitud de regiones semiautónomas, constituidas sobre el tribalismo existente; el independentismo ha crecido en el sur y, por último, la presencia de Al Qaeda y del Daesh en la zona es otro elemento perturbador que se suma a la cruenta guerra civil.
People inspect damage at a house after it was destroyed by an air strike in Yemen's capital Sanaa, February 25, 2016. REUTERS/Mohamed al-Sayaghi
People inspect damage at a house after it was destroyed by an air strike in Yemen's capital Sanaa, February 25, 2016. REUTERS/Mohamed al-Sayaghi

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